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Noche de Ronda

El número de los planetas (I)

A día de hoy el "saber oficial" establece que el Sistema Solar está formado por nueve planetas que giran alrededor del Sol. La mayoría de las personas saben eso, y me atrevo a asegurar que un altísimo porcentaje podría enumerarlos: Mercurio, Venus, la Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno y Plutón.

La primera sorpresa surge cuando se explica que esto no siempre ha sido así. Tradicionalmente desde la antigüedad el mecanismo celeste estaba formado por cinco planetas que (además del Sol, la Luna y las estrellas, claro) giraban alrededor de la Tierra: Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno (el sistema ptolemaico).

A principios del siglo XVI, Nicolás Copérnico dio su famoso giro, publicado en De revolutionibus orbium cælestium en 1543, mediante el que estableció que el centro del sistema era el Sol y no la Tierra... giro cuya primera consecuencia fue que la lista de planetas creció en uno: el nuestro. Desde ese momento, se podía hablar, por tanto, de seis planetas en el Sistema Solar: Mercurio, Venus, la Tierra, Marte, Júpiter y Saturno.

La familia creció en 1781, cuando William Herschel descubrió un nuevo planeta, que nombró Georgium Sidus en honor de su rey, Jorge III (el de las locuras del rey Jorge), y que nosotros conocemos como Urano. Alcanzamos ya la cifra de siete planetas.

El descubrimiento de Urano tuvo además la consecuencia de confirmar casi con total exactitud la ley de Titius-Bode, una relación matemática meramente empírica entre los tamaños de las órbitas de los planetas, que los ponía en cierta sucesión geométrica. Sin embargo, según esa relación, faltaba un planeta entre Marte y Júpiter, planeta que los astrónomos de entonces se dedicaron a buscar con ahínco hasta que, en 1801, Piazzi lo descubrió exactamente en el punto del firmamento que la ley de Titius-Bode predecía, aunque él no lo estaba buscando. Llamó Ceres a este planeta, y el saber astronómico oficial se quedó tan satisfecho al enumerar ocho planetas en el Sistema Solar, que cumplían con precisión la ley de Titius-Bode: Mercurio, Venus, la Tierra, Marte, Ceres, Júpiter, Saturno y Georgium Sidus.

Su felicidad no duraría demasiado: al año siguiente (1802), H. Olbers descubrió un nuevo cuerpo celeste, al que llamó Palas. Desordenaba completamente la Ley de Titius-Bode, y asombrosamente compartía casi la misma órbita que Ceres; pero sin otra solución que adoptar, no quedaba otra que admitirlo al selecto club de los planetas, formado entonces por nueve, como en la actualidad, pero con una lista un poco sorprendente: Mercurio, Venus, la Tierra, Marte, Ceres, Palas, Júpiter, Saturno y Georgium Sidus. La cosa no quedó ahí: en 1804, Harding añadió Juno a la lista (diez), y poco después, en 1807, Olbers se desquitó agregando a Vesta (once).

Aquello empezaba a dar vértigo: cuatro miembros añadidos en seis años a un club selecto e inmutable durante los cientos de años anteriores, y que, además, compartían órbitas similares y violentaban las reglas de cortesía matemática planetaria... que contrariedad.

R.N.

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