Estado sin ideologías
En un partido de fútbol en Irlanda, contra un equipo protestante, los católicos miraban disgustados al que aplaudía un gol del equipo contrario. Pero cuando, poco después, vieron que aplaudía también un gol del equipo católico, no aguantaron más y le gritaron: «-¿Es que usted no tiene religión?». La historia muestran que católicos y protestantes, cristianos y judíos, y otras religiones, se han peleado mucho entre sí, pero se han juntado siempre para eliminar, incluso físicamente, a los que no tenían religión.
En modo semejante, el nacionalismo, esa despiadada religión de nuestra época, combate a otros nacionalismos, pero no admite siquiera ni como adversario al que no sea nacionalista. Mis paisanos catalanes víctimas de ese fanatismo nacionalismo me acusan de «españolista», y no admiten como posible que yo no sea «ni» nacionalista a la española, que yo no crea en los nacionalismos, sino que sea simplemente español y catalán. Recurriendo al aforismo de los antiguos filósofos, piensan que «no hay que discutir con el que niega los primeros principios»... del nacionalismo. No hay que discutir, sino eliminarlo, del modo que se pueda. Y así estamos aquí y en todo el mundo, los que quedamos, nadando en sangre, de tantas guerras internacionales y civiles, por culpa de esos nacionalismos. La única solución real, eficaz, duradera, no es buscar un efímero equilibrio entre los nacionalismos, establecer sólo unas ciertas normas de guerra fría, sino despolitizar el Estado, restaurar su función de administrador de la convivencia, no un Estado que profese e imponga una determinada ideología religiosa o nacionalista.
Juan Salazar Tello / Correo electrónico
Publicada por el diario El Día de Valladolid el miércoles 22 de marzo de 2006
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