Las once óstracas de Masada
La Arqueología no es en realidad muy apasionante de manera cotidiana. Generalmente no se descubren más que unos cuantos huesos, trozos de cerámica rota y otros pobres vestigios que a duras penas sirven para dar referencia de las formas de vida en los tiempos pasados de la gente vulgar. Son pocas las ocasiones en que se hayan referencias directas a personajes célebres o a hechos de los que salen en los libros de Historia. Casi nunca la Arqueología es capaz de confirmar directamente la Historia de reyes, héroes y guerreros que conocemos a través de los antiguos escritos y mitos.
Pero alguna excepción hay.
De acuerdo con Flavio Josefo, historiador judío que obtuvo la ciudadanía romana, Herodes el Grande construyó la fortaleza de Masada entre los años 37 y 31 aC. Herodes, de origen idumeo, fue nombrado rey de Judea por sus sojuzgadores romanos y odiado por sus súbditos judíos. Herodes, el gran constructor "equipó esta fortaleza como un refugio para sí mismo". Incluía una muralla de casamatas alrededor de la meseta, almacenes, grandes cisternas que se llenaban ingeniosamente con agua de lluvia, cuarteles, palacios y una armería.
Unos 75 años después de la muerte de Herodes, al comienzo de la Rebelión Judía contra los romanos en el año 66 dC, un grupo de judíos rebeldes dominó a la guarnición romana de Masada. Después de la caída de Jerusalem y la destrucción del Templo (70 dC) se unieron a ellos celotes y sus familias que habían huido de Jerusalem. Con Masada como base, hostigaron a los romanos durante dos años. Entonces, en el año 73 dC, el gobernador romano Flavio Silva marchó contra Masada con la Décima Legión, unidades auxiliares y miles de prisioneros de guerra judíos. Los romanos establecieron campamentos en la base de Masada, impusieron un asedio a la fortaleza y construyeron un muro de circunvalación. Luego construyeron una rampa de miles de toneladas de piedras y tierra en el acceso occidental de la fortaleza, y en la primavera del año 74 dC hicieron subir un ariete por la rampa y batieron las murallas de la fortaleza.
Flavio Josefo relata dramáticamente la historia que le contaron dos mujeres sobrevivientes. Los defensores (casi mil hombres, mujeres y niños, dirigidos por Eleazar ben Yair), decidieron incendiar la fortaleza y morir por sus propias manos, en vez de ser capturados con vida.
Dispusieron que los hombres casados asesinaran a sus mujeres y a sus hijos. Después de ello, los combatientes rifaron el nombre de diez de ellos, que mataron a los demás. Incendiaron la fortaleza, sus palacios y sus casas, todo excepto los almacenes repletos de comida (para demostrar a los romanos que no había sido el hambre y la desesperación lo que les forzó a la muerte). Mediante un nuevo sorteo, eligieron un último celote, que culminó la orgía de muerte con sus compañeros y luego se suicidó.
Y halláronse (los romanos) con una multitud muerta, pero no pudieron regocijarse en este hecho, a pesar de que los sin vida eran sus enemigos. No pudieron menos que admirarse ante el coraje de su resolución y la firmeza de su desdén por la muerte.
La heroica historia de Masada y su dramático fin atrajo a muchos exploradores al desierto de Judea intentando localizar restos de la fortaleza. El sitio fue identificado en 1842, pero las excavaciones intensivas tuvieron lugar recién en 1963-65, con la ayuda de cientos de entusiastas voluntarios de Israel y de muchos países extranjeros, ansiosos de participar en esta excitante aventura arqueológica. Para ellos y para los israelíes, Masada simboliza la determinación del pueblo judío de ser libre en su propia tierra.
Las excavaciones fueron dirigidas por Y. Yadín en nombre de la Universidad Hebrea de Jerusalem, la Sociedad de Exploración de Israel y el Departamento de Antigüedades y Museos de Israel (hoy, la Autoridad de Antigüedades de Israel).
En todas partes se descubrieron evidencias de una gran conflagración.
Pero el hallazgo más escalofriante y conmovedor se produjo en el área frente al palacio septentrional, donde se descubrieron once pequeñas ostraca (pequeños trozos rotos de cerámica), cada una de las cuales llevaba un solo nombre. Inmediatamente se nos representa aquella dramática escena final relatada por Josefo: diez hombres próximos a su muerte, y deseosos de alcanzarla mediante aquel macabro sorteo, tanto por su fe y convencimiento, como por dejar atrás el horror y la orgía de sangre y destrucción que acababan de provocar, incluso entre sus seres queridos.
Pero... ¿Once ostraca? ¿Cómo? ¿No eran diez según Josefo los últimos celotes?... Una dice "ben Yair" y podría ser la abreviatura de Eleazar ben Yair, el comandante de la fortaleza. No es difícil imaginar que el comandante decidiera acompañar a sus hombres en aquel último trance, tanto por solidaridad como para evitar que flaquearan en su determinación.
Han pasado dos mil años desde la caída de Masada. El clima de la región y su lejanía ayudaron a conservar sus vestigios en extraordinaria medida. Hoy en día, un moderno teleférico lleva a los múltiples visitantes a la cima del peñón con su impresionante vista sobre el Mar Muerto, donde resistió contra Roma el último bastión judío.
Rondador Nocturno
[Publicado anteriormente en foro.electroduendes.net, el 22 de noviembre de 2004]
Pero alguna excepción hay.
De acuerdo con Flavio Josefo, historiador judío que obtuvo la ciudadanía romana, Herodes el Grande construyó la fortaleza de Masada entre los años 37 y 31 aC. Herodes, de origen idumeo, fue nombrado rey de Judea por sus sojuzgadores romanos y odiado por sus súbditos judíos. Herodes, el gran constructor "equipó esta fortaleza como un refugio para sí mismo". Incluía una muralla de casamatas alrededor de la meseta, almacenes, grandes cisternas que se llenaban ingeniosamente con agua de lluvia, cuarteles, palacios y una armería.
Unos 75 años después de la muerte de Herodes, al comienzo de la Rebelión Judía contra los romanos en el año 66 dC, un grupo de judíos rebeldes dominó a la guarnición romana de Masada. Después de la caída de Jerusalem y la destrucción del Templo (70 dC) se unieron a ellos celotes y sus familias que habían huido de Jerusalem. Con Masada como base, hostigaron a los romanos durante dos años. Entonces, en el año 73 dC, el gobernador romano Flavio Silva marchó contra Masada con la Décima Legión, unidades auxiliares y miles de prisioneros de guerra judíos. Los romanos establecieron campamentos en la base de Masada, impusieron un asedio a la fortaleza y construyeron un muro de circunvalación. Luego construyeron una rampa de miles de toneladas de piedras y tierra en el acceso occidental de la fortaleza, y en la primavera del año 74 dC hicieron subir un ariete por la rampa y batieron las murallas de la fortaleza.
Flavio Josefo relata dramáticamente la historia que le contaron dos mujeres sobrevivientes. Los defensores (casi mil hombres, mujeres y niños, dirigidos por Eleazar ben Yair), decidieron incendiar la fortaleza y morir por sus propias manos, en vez de ser capturados con vida.
Dispusieron que los hombres casados asesinaran a sus mujeres y a sus hijos. Después de ello, los combatientes rifaron el nombre de diez de ellos, que mataron a los demás. Incendiaron la fortaleza, sus palacios y sus casas, todo excepto los almacenes repletos de comida (para demostrar a los romanos que no había sido el hambre y la desesperación lo que les forzó a la muerte). Mediante un nuevo sorteo, eligieron un último celote, que culminó la orgía de muerte con sus compañeros y luego se suicidó.
Y halláronse (los romanos) con una multitud muerta, pero no pudieron regocijarse en este hecho, a pesar de que los sin vida eran sus enemigos. No pudieron menos que admirarse ante el coraje de su resolución y la firmeza de su desdén por la muerte.
La heroica historia de Masada y su dramático fin atrajo a muchos exploradores al desierto de Judea intentando localizar restos de la fortaleza. El sitio fue identificado en 1842, pero las excavaciones intensivas tuvieron lugar recién en 1963-65, con la ayuda de cientos de entusiastas voluntarios de Israel y de muchos países extranjeros, ansiosos de participar en esta excitante aventura arqueológica. Para ellos y para los israelíes, Masada simboliza la determinación del pueblo judío de ser libre en su propia tierra.
Las excavaciones fueron dirigidas por Y. Yadín en nombre de la Universidad Hebrea de Jerusalem, la Sociedad de Exploración de Israel y el Departamento de Antigüedades y Museos de Israel (hoy, la Autoridad de Antigüedades de Israel).
En todas partes se descubrieron evidencias de una gran conflagración.
Pero el hallazgo más escalofriante y conmovedor se produjo en el área frente al palacio septentrional, donde se descubrieron once pequeñas ostraca (pequeños trozos rotos de cerámica), cada una de las cuales llevaba un solo nombre. Inmediatamente se nos representa aquella dramática escena final relatada por Josefo: diez hombres próximos a su muerte, y deseosos de alcanzarla mediante aquel macabro sorteo, tanto por su fe y convencimiento, como por dejar atrás el horror y la orgía de sangre y destrucción que acababan de provocar, incluso entre sus seres queridos.
Pero... ¿Once ostraca? ¿Cómo? ¿No eran diez según Josefo los últimos celotes?... Una dice "ben Yair" y podría ser la abreviatura de Eleazar ben Yair, el comandante de la fortaleza. No es difícil imaginar que el comandante decidiera acompañar a sus hombres en aquel último trance, tanto por solidaridad como para evitar que flaquearan en su determinación.
La ostraca de Eleazar ben Yair.
Han pasado dos mil años desde la caída de Masada. El clima de la región y su lejanía ayudaron a conservar sus vestigios en extraordinaria medida. Hoy en día, un moderno teleférico lleva a los múltiples visitantes a la cima del peñón con su impresionante vista sobre el Mar Muerto, donde resistió contra Roma el último bastión judío.
Rondador Nocturno
[Publicado anteriormente en foro.electroduendes.net, el 22 de noviembre de 2004]
3 comentarios
Pavoguze -
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